23 de abril de 2008

Sant Jordi


Una rosa crece firme. Crece sin miedo a la tristeza y al desamparo que la rodean. Hambrienta de ofrecerle al mundo una oportunidad de belleza y de esperanza.Y un caballero descabalga y la recoge, esperando que tan delicado gesto baste para probar su pasión y audacia eternos. ¿Será suficiente una leyenda cuando hay tantos dragones que matar?

17 de abril de 2008

La belleza


¿Existen realmente los valores eternos e inalterables? ¿Razones por las cuales el ser humano pueda ser calificado moralmente? ¿Hay algún tipo de verdad suprema que pueda aseverar sin lugar al mínimo titubeo lo que está bien y está mal? Obviamente las respuestas son negativas. La decencia, la integridad, la honestidad, la generosidad, la bondad, la misericordia, la ternura, la sensibilidad, la compasión o la pasión pueden ser fundamentos más o menos presentes en nuestras vidas, pero al carecer de una perfección necesaria en lo referente a la ética que rige nuestros designios, es muy difícil que sean la nota predominante en cualquier plano de la existencia.

Sin embargo hay un ejemplo indudable de interés determinante e incontestable: la belleza. Si, si, la belleza; la esencia misma de la maravillosa estética. Es prácticamente imposible encontrar una motivación más decisiva a la hora de relacionarnos con nuestros semejantes. Las personas bellas, de antemano, merecen nuestra atención y en ocasiones nuestra admiración, independientemente de que luego esa primera impresión se reafirme con la existencia de una personalidad acorde. Es una cuestión de aceptar el dictado de nuestros instintos, que se dejan llevar por los aspectos más visuales de la realidad. Un rostro bello, con su luminosidad y su composición agraciada avanzada, será siempre una invitación evidente al deseo. También la belleza armónica que nos rodea es decisiva y nos sitúa a su vez en un contexto clasificatorio, donde todo lo perceptible oopticamente, es exaltado o desdeñado dependiendo del grado de belleza alcanzado; un amanecer, el estilismo en la ropa o el equilibrio armónico de un edificio, pueden sernos gratificantes sensorialmente simplemente por su composición ornamental.

Y que decir de las demostraciones artísticas; a nadie se le ocurriría afirmar que ciertas obras musicales, pictóricas o cinematográficas no puedan catalogarse como evidentes representaciones de pura y simple belleza.

Por lo tanto, dejemos de trivializar nuestro universo próximo, difundiendo falsedades tan mezquinas como que las principales motivaciones humanas para mover el mundo sean el dinero, el sexo o el amor. Lo que realmente nos proporciona un nuevo día lleno de originalidad, evidentemente es la belleza.

15 de abril de 2008

Indefinido


Hay caminos que únicamente merece la pena iniciarlos si la dirección final se nos antoja incierta. Pasos que exclusivamente tienen sentido si no tienes la certeza de que son correctos. Surcos que recorren el destino y que irremediables se mezclan conjugando luces y oscuridad. Deseando que cada movimiento sea eterno y admirable y sobretodo contradictorio. Caminar, hacia delante o hacia atrás, caminar, después y ante todo, caminar. Esperando que los obstáculos del trayecto le duelan al corazón, a cada momento, eludiendo con ardor la indiferencia y sintiendo como jamás hubiera soñado sentir. Jugarse el futuro a un si o un no, sin esperar a cambio ni respuestas ni explicaciones.
Y al final, cuando te quedas solo con tus pensamientos y tus frustraciones, al final, sólo deseas que durante el corto suspiro que es la vida, alguien te haya acompañado, aunque sea solamente unos instantes.

14 de abril de 2008

Fogonazos


Tal vez el boom mediático de la gastronomía en nuestro país haya conseguido un doble efecto en la conciencia colectiva de la sociedad. Por un lado tenemos una mayor sensibilidad para apreciar la cocina y su singularidad, empezando a asociar el disfrute en la mesa indisolublemente con la felicidad; pero a la vez, hemos elevado a los principales gurús de la elaboración culinaria a un elitismo enfermizo, que los etiqueta de antemano con una descarada antipatía.

Hemos aprendido, a base de un bombardeo periodístico incesante, que un chef puede llegar a ser un artista y que su obra, perceptible por todos los sentidos del ser humano, puede y debe dejar de ser un simple trámite alimenticio para convertirse en un deleite y exaltación del placer. Como la buena música, el buen cine o el buen sexo. Desgraciadamente, el ensalzamiento de estos nuevos ídolos mediáticos, los Arola, Adrià, Ruscalleda o Santamaria, los ha alejado tanto de la imagen arquetípica de la cocinera tradicional, que han ninguneado su abnegada labor hasta convertirla en un relativo mal menor. Nuestras madres y abuelas nos han alimentado toda la vida, pero parece que su legado culinario sea sólo un borrón en la evolución de un nuevo arte; como si simplemente fueran absurdos e inconscientes amateurs en un mundo regido por endiosados profesionales.

Por todo ello, no es de extrañar que los y las cocineras de casa miren con recelo cualquier avance técnico y desdeñen cualquier riesgo a la hora de presentar y elaborar los platos, creando un estado de incomprensión y crispación mutua que tiene una complicada solución.

Afortunadamente, algunos cocineros de nueva hornada, han asumido que la mejor realidad posible sería la que fusionara ambos mundos; una apertura de horizontes partiendo de una base tradicional. Por el bien de nuestras papilas gustativas esperemos que tengan suerte.

Salud.