16 de octubre de 2008

Con firmeza hacia la indiferencia


Es difícil entrever la verdadera motivación, sobretodo cuando los verbos se agolpan para ofender sin razón y el camino a recorrer se desfigura a cada paso que damos. Pero no por ello hay que abandonar el camino, ni siquiera cuando la espera de tu llegada, tras interminables trechos, se antoje sólo como una simple quimera.
Retengo, eso si, tu recuerdo, sabiendo que la sincronía de la desgracia se ha alineado para alimentar la posibilidad de lo incoherente. Sensaciones de hastío que se agolpan en una retina ya demasiado derrotada. Y volveré a demostrarme a mi mismo, que sigo sin diferenciar la parte enrevesada de la vida, de la que te explota en la cara con toda su sencillez. Y también me demostrare que sigue siendo ridículo, no tener el buen tino para saber discernir la diferencia entre el cariño y los principios.
Al final, como siempre, la indiferencia y el olvido acudirán inevitablemente al rescate de un naufragio que ya ha dejado de tener sentido. Y tu, ya no estarás allí.

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