

Me cae bien este tipo; en serio, creo que ese fulgor visible de buena persona es manifiestamente cierto. Esos rasgos castigados y envejecidos que te obligan a decantarte hacia la simpatía en contra del previsible odio visceral que provocan casi todos sus predecesores de partido. Además de ser un gran héroe de Vietnam que se pasó cuatro o cinco años prisionero de los “charlies” sufriendo torturas y comiendo cucarachas como Chuck Norris. Quien le iba a decir a aquel mozalbete de 30 años, cuando pilotaba alegremente su “caza” rociando de napalm a aquellos desgraciados amarillos, que 42 años después estaría a punto de convertirse en el presidente de la nación más poderosa de la tierra. Y encima relevando en el cargo al personaje más ilustre y lúcido de la historia contemporánea.
Tiene eso si una ligera tendencia a descarriarse en temas importantes como la financiación de los partidos o su tibia postura en contra de la unión entre homosexuales. Temas que con el conveniente asesoramiento e instrucción, evolucionarán hasta convertirse en el ejemplo honesto y cristiano que todos necesitamos. Grandes adalides de la democracia le acompañarán en su sagrada misión, velando porque sus grandes esfuerzos sean tenidos en cuenta.
En fin, como reza la campaña de Obama, “Time for change”.