4 de julio de 2007

¿Le importa a alguien la política?


Es evidente que la sociedad española está definitivamente rota; se vislumbra una división política tan manifiesta, que la profunda separación en el ideario de la gente se enmarca en sus posturas cotidianas, demostrando una intransigencia e inamovilidad más o menos claras. Es obvio que siempre existirá un grupúsculo, de tamaño variable, que siempre estará en tierra de nadie, decidiendo sus intenciones electorales dependiendo de las causas más inverosímiles, ya sea por desidia, por desconocimiento o por intereses alternos. Sin embargo, una mayoría definida ya tiene dilucidado cual es el lado de la cancha en el que piensa jugar, dejando la variación en su determinación como el paradigma de la imposibilidad. Incluidas como posibles e inútiles motivaciones para el cambio, la aparición de algún escándalo imperdonable protagonizado por el cabeza visible de su formación.
Por lo tanto, la realidad palpable y los sucesos diarios, importan sólo por la relatividad con la que son acogidos desde las diferentes ópticas de los partidos. Una intervención política no tiene que ser creíble en toda su esencia, simplemente tiene que parecerlo. Larga vida a ciertos conceptos que llevan ya cierto tiempo muertos y enterrados, tales como la ética, la decencia, la honestidad o la justicia.
En definitiva, demostrada la fragmentación del estado en dos porciones antagónicas e irreconciliables, lo cual no tiene por que ser ni bueno ni malo, ya sólo nos queda aceptar cuanto antes esta segmentación e intentar vislumbrar las posibles soluciones o consentir el cíclico destino de repartición bisiesto con una sonrisa de oreja a oreja. Definir donde estamos y dejar de esperar de los demás lo que nosotros no estamos dispuestos a ofrecer.En fin, como se suele decir, ni quito ni pongo rey pero ayudo a mi señor.

1 comentario:

JAL dijo...

Si es alta y rubia a mí sí