6 de julio de 2007

China for África



Sudán se ha convertido en uno de los principales satélites del macroimperio chino. El gigante asiático ofrece protección política, despliegue armamentístico y una progresiva modernización y a cambio recibe una importante cantidad de crudo y de materias primas, indispensables para el imparable avance de la economía china.

Es curioso observar como sistemas sociales teóricamente antagónicos como el islamismo político y el comunismo, se dan de la mano convenientemente cuando el imperio monetario dicta sus férreas normas. ¿Será que las premisas capitalistas son capaces de corromper hasta los ideales más alejados? ¿O que los totalitarismos tienen más conexiones de las deseadas con el capitalismo más aberrante?

De todas formas, la posición sudanesa era prácticamente ineludible, necesitaba un socio musculoso que espantara de un manotazo la insidia norteamericana y tuviera el suficiente potencial como para espantar los posibles efectos secundarios de la administración Bush. China, país al cual los derechos humanos se la traen al pairo y hacen gala de un eficaz poder de veto en el Consejo de seguridad de la ONU, era la elección adecuada para intentar sacar a Sudán del subdesarrollo. Adquiriendo eso si, una dependencia tal de Pekin, que la vitola de nación soberana es un puro eufemismo.

Seguramente EEUU no se contentará con ejercer un papel de segundón e intentará que vuelen de su alcance el mínimo numero posible de barriles de crudo.

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