25 de abril de 2007

El cuarto poder.


Dicen que en algunas partes del planeta, ser un héroe ha dejado de ser una rareza extraordinaria. Salir cada día a la calle y notar como ejecutan tus ilusiones a cada paso que das, debe ser una excusa continuada para arrojar la toalla, aún así te sobrepones y sigues adelante. A pesar de que en cada casa falta un niño, una madre o un abuelo y a nadie parece importarle.

Ya no nos movemos por valores morales, ya no tienen ningún interés las vidas humanas ni los sentimientos personales que se derivan. Hemos aprendido durante tanto tiempo a convivir con la frialdad de las cifras globales, que pensar en las particularidades pormenorizadas de cada caso, en personas concretas de carne y hueso, con sus rostros visibles y sus anhelos, es un ejercicio que nos sumerge en el hastío más profundo.

Toda esta sesgada presentación, tiene como finalidad referir el papel primordial y decisivo que han tenido los medios de comunicación en todo este entramado de insensibilidades. Escuchamos indiferentes las noticias sobre cualquier nuevo atentado en Iraq o Afganistán, importándonos primordialmente, si entre las victimas se cuenta algún compatriota implicado. Mueren 78 civiles y a nosotros nos llega a tocar la fibra sensible que ha resultado herido un periodista gallego al rompersele la cámara mientras fotografiaba a los mutilados. Pobre y abnegado profesional que se juega la vida por darnos la oportunidad de conocer la realidad informativa del lugar de primera mano.

Algún día tendríamos que analizar seriamente y sin disimulos, cual es el papel real del periodismo en el mundo occidental. Revisar motivaciones, orientaciones, profesionalidad y objetividad. ¿Realmente es necesario estar informado para ser feliz? No lo digo referenciandonos en nuestra existencia cotidiana, donde la respuesta es inequívoca, sino en un plano mucho más filosófico, donde la inmediatez de la consciencia es relativa. ¿Es real la necesidad del conocimiento de existencias lejanas? O simplemente alimentamos el ansia de sabiduría para tener un mayor discernimiento que los demás. Ya saben, aquello de “información es poder”.

Es curioso observar como el principal objetivo de cualquier gobierno, con mayor o menor artificio, es intentar mantener un control sobre la población a través de dominar los flujos y los contenidos de la información. Somos niños a los cuales se les debe inducir una manera de percibir la actualidad y lo que nos debe provocar tal percepción. No me negarán que se ajusta perfectamente a lo que ocurre en la cercanía de nuestra bipolarizada sociedad.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Como tantas otras veces llegamos a similares conclusiones por caminos totalmente ajenos -a veces parecerían hasta incompatibles!-

Los verdaderos culpables del mundo que tenemos hoy -para mal apunto yo- son los mass media, que hace mucho tiempo sucumbieron al poder político -en un principio eran del pueblo y se limitaban a amarillear-, no podemos culpar a los políticos de luchar por imponer sus intereses, ¿no?

El Perdíu dijo...

Es que yo creo que el deber de la prensa es funcionar como contrapeso al poder. Y el deber del ciudadano, si es que tiene alguno, es desconfiar del poder y mirar con ojos críticos lo que se lee.
Y qué quiere que le diga. Yo, como, Thomas Jefferson si hubiera tenido que elegir en algún momento entre "un gobierno sin prensa o una prensa sin gobierno, no hubiera dudado ni por un momento escoger lo segundo"

Baba O'Riley dijo...

Podríamos llegar a un punto de acuerdo sin demasiada discusión, ASrmando. Tiene gran parte de razón, aunque un poquito más de decencia y buena fe por parte de los políticos no seria desdeñable en absoluto.
No hablamos de lo mismo Perdiu, es evidente que lo que me argumenta, sea cual sea la tendencia política es coherente en la misma esencia (aunque me cueste creerlo, viniendo de usted). Intentaba resaltar el extremo de depravación y manipulación al cual han llegado los medios de comunicación escudándose en un código deontológico desfasado a todas luces. El bochorno de ciertos reportajes, noticias y programas televisivos llega a ser en ocasiones insoportable.

Tanhäuser dijo...

Amigo mío. La información es, por encima de todo, un negocio. Y ya se sabe que cuando oel dinero está detrás de algo, poco importan las personas o sus miserias.

JAL dijo...

¿El papel del periodismo? Aliarse con sus empresas para gestionar el poder y, cómo no, ganar muuucho dinero

Baba O'Riley dijo...

Es cierto, Tanhäuser, que las motivaciones económicas de los grandes grupos de información son el principal objetivo de sus accionistas; aún así, creo que se retroalimentan con la fidelidad a una querencia política, pues suelen conllevar contratos y donaciones asociadas que les permiten dejar a los lectores, espectadores y oyentes en segundo término.
José A. creo que como respuesta ingenua pero necesaria, le voy a remitir a la respuesta anterior de El Perdiu; sé que es del todo absurdo que se den las premisas para conseguirlo, pero que caray, por lo menos deberíamos intentarlo.