21 de marzo de 2007

House vs. Grey



Vaya por delante el reconocimiento de mi condición de enfermo en muchos campos de la vida, en los cuales la psiquiatría tendría mucho que decir. Entre ellos el ser un patético devorador de series televisivas, la mayor parte norteamericanas. Debido a ello, no tengo otro remedio que admitir que estoy sumido vía adicción a dos de las que más revuelo mediático han causado últimamente.

La edición digital de El País, en una de las encuestas con las que habitualmente nos bombardea, nos ponía en la dicotomía de escoger entre ambas tendencias de expresarse en televisión, entre elegir “House” o “Anatomía de Grey”. Sea indulgente amable lector y finja que sabe perfectamente de que le estoy hablando.

House basa toda su fuerza en el ímpetu y la capacidad de un único personaje que aglutina todo el torrente narrativo de la serie. Potente y con una personalidad arrolladora, es difícil no sentirse identificado en algún momento con su exceso de individualidad o con sus continuas transgresiones de las normas. Sus formas toscas y directas ayudan a crear, curiosamente, una cautivación irremediable, en parte por el despliegue de una ironía punzante y un sarcasmo en ocasiones hiriente.

Grey por el contrario tiene en su esquema de concepción, una estructuración puramente coral, donde el personaje central es simplemente un hilo conductor entre el resto de protagonistas. Situaciones y relaciones personales son la causa y la consecuencia de las que se nutren la mayoría de las motivaciones que vemos. Amargura y dosis de felicidad estudiadas hasta el extremo, que componen un resultado final donde la emotividad consigue estar a flor de piel en todo momento.

House es la fuerza del ingenio y Grey la firmeza de los sentimientos. House necesita anclarse indiscutiblemente en las precisas premisas que nos presenta, es decir, tiene que ser necesariamente una historia de médicos. Es la única forma de poder demostrar que tiene el mismo poder de decisión sobre la vida y la muerte que Dios. Grey por el contrario, podría suceder perfectamente en un hotel o una cafetería y seguiría manteniendo la misma vigencia en toda su argumentación. Eso sí, la elección de enclavarla en un grupo de exitosos cirujanos, multiplica el abanico de posibilidades dramáticas prácticamente hasta el infinito.

Dicen que House se complementa mejor con la forma de pensar masculina y que Grey se adecua más en el lado sensible y femenino. Yo debo tener una ligera tendencia al hermafroditismo, porque me gustan las dos por igual, aunque espero un pelín más ansiosamente el episodio semanal de Grey.

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