9 de febrero de 2007

Los ojos del diablo


Mirarle a los ojos al diablo e intentar no sentir miedo ni desesperanza es una quimérica perdida de tiempo. Notar las convulsiones eléctricas que recorren la espina dorsal sin apenas poder mediar ni palabra. Saber que quien tienes ante ti es la reencarnación absoluta del mal, ese grotesco ser que nos pasará factura por nuestros pecados.

Oír día a día el eco taimado de su voz, poniendo a prueba tu resistencia, rompiendo inexorablemente las barreras, cada vez más débiles, que te separan de la locura. Cantos irremediables que empujarían al más valiente de los mortales a la más terrible insurrección, a destruirnos entre nosotros y sobretodo, a sacar a relucir la intrínseca vileza que poseemos en nuestro interior.

No hay posibilidad de escape. Pide perdón por tus pecados y prepárate a ser juzgado por el ángel desterrado de Dios.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Cambiar el dial, borrar el 102.00FM de la memoria del autoradio, apagar el equipo o escucar música. Son remedios sencillos para alejar el Mal. Aún así, no puedo evitar que su fétido aliento me roce de vez en cuando. En estos casos, pienso que mi actitud ha de ser la del padre Arras: no flaquear en mi fe y enfrentarme a la Bestia.

Baba O'Riley dijo...

Bernardo, un grato honor leerlo en mi humilde blog, espero que algún día, con el tiempo, pueda llegar a tener un rincón personal la mitad de fantástico que el suyo. En cuanto al personajillo en cuestión, tiene una gran virtud pese a todos sus defectos, puede llegar a unir a todos los heterogéneos estratos de la izquierda. Ya sabe, el enemigo de mi enemigo, es mi amigo.
Armando, que quiere que le diga, sigo deudor de sus buenas maneras, sólo puedo tener hacia su persona palabras de agradecimiento. En parte, la creación de este blog, como las futuras participaciones en el suyo, se debe a la posibilidad de nuestros duelos desde el raciocinio. De todas formas respecto al tema de hoy, era un burdo intento de cinismo, un simple divertimento para tomarse las cosas con más perspectiva.

Anónimo dijo...

Es cierto lo que el blogger O'Riley señala: que la contundencia y vehemencia del locutor Jiménez Losantos (pronuncio su nombre por vez primera en esta anotación; espero no ser aherrojado al oscuro abismo) produce la agrupación, como respuesta a un enemigo común, de los variopintos sectores de la izquierda.

Algo, sin embargo, impensable en la derecha: que la simple existencia de un enemigo de distinto bando ideológico provoque tal agrupación. Las diferentes opciones, desde los democristianos más castos a los liberales más jacobinos, necesitan, para tender a la uniformidad, algo más que un ataque (o varios) a los fundamentos de su credo político.

¿Debilidad, por tanto, a causa de la división? Muy posible. Pero también pudiera ser que la derecha carece de esa desenfadada (y hasta cierto punto pueril) costumbre por evitar un debate ideológico profundo que, llegado el caso, impidiera a los distintos sectores llevar a cabo su amado cambio de chaqueta. Otra forma de llamarlo es "voto útil".

Al lado diestro del espectro político lo denominamos "pereza mental".

El Perdíu dijo...

Por dios baba, esperaba algo más original de usted. "Reencarnación abosluta del mal". Parece que estoy oyendo a alguien del pepé hablando de Gabilondo o de Polanco. Hay que ser un poco más fino con el análisisi

Baba O'Riley dijo...

Pero Pablo, como osa pronunciar los fonemas de la denominación del innombrable; está usted irremediablemente condenado.
Perdiu, déme usted un poquito de cancha, hombre, soy nuevo en estas lides y mi pluma está algo oxidada. Le prometo una sustancial mejoría en los azotes a la tropa liberal.