8 de febrero de 2007

Camino a la perdición


Mirar al norte, siempre ha sido un razonable ejercicio de limpieza mental. Admirarnos con cierta envidia de los avances y la prosperidad de nuestros vecinos transpirenaicos era sinónimo de coherencia y afinidad. Pero ya hace tiempo que la política francesa nos viene dejando una interminable lista de sinsabores y sus cabezas visibles ya no son referencias de las cuales aprender.

En abril se celebran elecciones presidenciales en Francia y los resultados prometen ser ajustados.

Dejando al margen a dos fenómenos dignos de estudio por si solos como so LePen y Bayrou, la riña se centrará entre la gran esperanza (después veremos en que se queda) de Ségolène Royal y la desmedida ambición de Sarcozy.

La verdad es que la posibilidad de ver al “heredero” de Chirac como primer espada de la derecha francesa causa más pavor que inquietud. Populista hasta la saciedad, impulsivo y fiel representante del liberalismo más oportunista, hará lo que sea necesario para llegar al Elíseo.

Controvertido en su etapa de ministro del interior, se ha sabido ganar a pulso su fama de orador y de trabajador incansable. Obviamente, para gobernar la nación más importante de Europa, no basta.

Todavía retumba en mi interior aquella celebre arenga a los populares españoles, que terminaba con un impagable ¡Vif Maguianó!

Ante tales expectativas, Ségolène no lo tiene fácil, aunque si observamos con una mínima decencia, es la única elección digna tras advertir el erial que se extiende a su derecha.

1 comentario:

El Perdíu dijo...

Siempre he sospechado en ustedes una admiración bastante irracional por el vecino francés. Le recomiendo cordialmente, si no le molesta el qué dirán "Francia en declive", de Nicolás Baverez. No sé bien porqué mirar a Francia es "un ejercicio de limpieza mental", pero bueno, vamos a ello. Creo que los franceses serán listos. Entre un nuevo zapatero, analfabeto funcional y lleno de palabras vacías, y un personaje como Sarko, eligirán a Sarko, y harán bien...