24 de febrero de 2007

La verdadera religión


La importancia que se le otorga siempre a las exclusivas en el mundo del fútbol, siempre ha sido de una frivolidad aterradora. Titulares en primera pagina con tipografías desmedidas, que vienen a destacar casos tan insustanciales como la posible gordura de Ronaldinho y que se repiten cansinamente en las sucesivas planas, son más habituales de lo deseable. Cuestiones que tienen en vilo a medio país y cuyas consecuencias palpables, son la proliferación de debates y tertulias donde se escudriñan hasta el agotamiento las posibles causas y consecuencias de cualquier nimiedad tratada ese mismo día.
Son pasiones y sentimientos e intentar razonar algo tan amplio y complicado es una tarea ardua y creo que innecesaria.
Diarios como Marca o Sport, vendrían a significarse con meridiana claridad como la prensa amarilla del aficionado al fútbol. Sus secretos y consignas son asimilados por los seguidores a dichos diarios, como los pasajes incorruptos de la sagrada Biblia; más importantes todavía, porque de Dios es razonable dudar pero de la divinidad de Beckham jamás.
Gente que ni se compra ni se lee nunca un diario generalista, paga religiosamente cada día su diario deportivo y lo devora enteramente con una ansiedad pasmosa. Y el día parece que no amanece igual si al trabajo no se va con El mundo deportivo bajo el brazo. Que Irán desarrolle el proceso del enriquecimiento de Uranio es una noticia a todas luces prescindible, que Messi juegue este domingo es evidentemente una cuestión de vida o muerte.
Son las prioridades que les damos a nuestros gustos y aficiones. Cada cual es libre de escalonar las importancias en su esquema vital. Y bien hecho que está, que caray, que siempre será menos dañino para el sentir general y para el intelecto particular, irse a dormir odiando a Raúl que no a Zaplana.
Eso sí, dicho lo anterior, ¡que a mi Barça no me lo toque ni Dios!

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