7 de febrero de 2007

Inicio de un esbozo

Siempre que tengo un momento para echar la vista atrás, no puedo menos que maravillarme de la despreocupación y ligereza que han guiado la mayor parte de mis pasos.

La convicción personal para tomar decisiones suele venir distorsionada sin ninguna misericordia por las gentes que te rodean, ya sea en forma física o en forma virtual. Posicionarse ante la vida con las cosas claras y con las mínimas ambigüedades posibles, suele ser tarea difícil cuando la mayoría de tus pensamientos y creencias tienen más que ver con sensibilidades que con razones.

Reivindico pues mi derecho a ser desigual y contradictorio, a expresar juicios de manera vehemente, a tener mis ideas propias o participes de un colectivo, a ser yo queriendo ser nosotros, a demostrar que los sentimientos se pueden enredar en el devenir de los asuntos cotidianos. En fin, a disertar sin que se tenga muy en cuenta lo que digo.

Inicio este humilde libro de bitácora con la peregrina idea de que alguien coincida en mi punto del camino, que esté dispuesto a compartir argumentos, preguntas, riñas, polémicas, opiniones y todo aquello que dos desconocidos puedan comunicarse con tan sólo intercambiarse algunas líneas.

Si a pesar de todo, el efímero recorrido de este dietario lo tengo que realizar con la única compañía de mis huellas, lo aceptaré aliviado, ya que en el fondo únicamente escribimos para morirnos sin querer morir.

1 comentario:

El Perdíu dijo...

Será un placer poder discutir ahora, además de sobre mis ideas, sobre las suyas...