13 de febrero de 2007

¡Al servicio de España, coño!


Hay ciertos personajes a lo largo de la historia, que reflejan con la simple mención de su nombre, la personalidad de sus actos. Éste no es el caso. Ser el correveidile del palurdo de Texas no parecía ser , en principio, la mejor manera de inscribirse en el “Salón de la fama” de las mentes brillantes. Aún así, nuestro ínclito personaje se empeñó en demostrarnos que era la vía más ingeniosa que podía tomar España. Gran etapa de vaselina en nuestras relaciones internacionales.

Afortunadamente, empezamos poco a poco a desgranar el entramado de su chapucera política exterior. Van surgiendo noticias que demuestran el verdadero trasfondo de sus intocables ideas democráticas. Otras nos hablan de su extraordinaria rapidez mental; porque jamás se me ocurriría pensar que ha existido el mínimo resquicio de mala fe.

En el fondo, que cada cual se engañe en la medida que lo desee, pero es imposible no darse cuenta del despliegue de habilidades que tienen su fundamento en la mayor de las hipocresías. ¡Uy, perdón!, que había dicho que no íbamos a ser malpensados. Benditos salvadores de la patria que entre soberbias y dislates han sumido al país en la más descarada de las burlas.

Eso sí, esa izquierda española que mirando a otro lado se comía los mocos durante sus legislaturas, es la culpable del posterior desastre de las relaciones exteriores.

Sigue siendo un gran misterio, y lo digo con arrebatadora admiración, como pudo embaucar a tanta gente durante tanto tiempo, dejando en evidencia la celebre frase de Lincoln.

1 comentario:

Rome dijo...

Pero bueno, que me tenga de enterar de este blog por la derecha perdía...

Ánimo, amigo Baba