13 de marzo de 2008

Irreflexiones

Habiendo dejado pasar unos necesarios y oportunos días para reflexionar, me gustaría realizar un subjetivo análisis, parcial como no, sobre las consecuencias de la llamada electoral del pasado día 9. Dejando de lado eso si, las abismales y sesudas consideraciones que se han vertido desde los diversos medios sobre la incontestable victoria socialista.

Me apetecería entrar a valorar los resultados del partido que hoy en día se sitúa más cerca de mi posición vital: Esquerra.

Obviamente cuando queremos definir unos guarismos tan calamitosos como los obtenidos el domingo, sólo podemos interpretarlos con apelativos cercanos al fracaso absoluto y a un descalabro electoral que sería sonrojante si pudiéramos olvidar el patente escozor. No hay posible negación, las cifras no mienten y discutir esta realidad numérica solo nos situaría en la necedad más definitiva. No voy a discutir pues los resultados, pero si me gustaría considerar levemente las causas que han provocado el desastre y relativizar un poco el desenlace.

En Catalunya, respecto a las elecciones del 2004, la cifra de participación ha descendido un 5%. No quiero decir con esto que la mayor parte del electorado de Esquerra se quedara en casa, pero obviamente un elevado numero de votantes de izquierdas no socialistas, desencantado con el bipartidismo prefirió obviar la cita electoral.

También tendríamos que valorar que un sector significativo entre los votantes de Esquerra, ante el inminente desembarco de la tragedia popular, le diera una especial relevancia a la parte zurda de las ideas, anteponiéndola y primándola sobre los aspectos nacionalistas, lanzándose en una maniobra desesperada a votar la alternativa menos mala: ZP.

ELECCIONES 2008 CATALUNYA


Sigla Votos % Válidos Diputados
PSC-PSOE 1672777 45,33% 25
CiU 774317 20,98% 11
PP 604964 16,39% 7
ESQUERRA 289927 7,86% 3
ICV-EUiA 181753 4,93% 1
C's 27408 0,74% 0


Finalmente, como no, tendríamos que recordar que los anteriores comicios, donde Esquerra consiguió unos resultados espectaculares, tuvieron unas premisas un tanto singulares. Se le planteó a la sociedad un plebiscito personalizado sobre la figura de Carod, donde después de un acoso y una embestida mediática desproporcionada, se fraguó una movilización extrema de las bases que propiciaron un voto masivo y unánime en apoyo del líder atacado.

Todo ello sazonado con la importancia relativa que tiene en el ideario de la formación la participación en un sufragio español, donde el resultado, aparte de anecdótico por la trascendencia, tiene un interés más folklórico que real. La verdadera batalla, donde podremos observar el daño sufrido en el partido, serán las próximas elecciones catalanas, donde el escenario y los contendientes serán muy diferentes.

Valgan todos estos pseudoatenuantes simplemente para situar el verdadero alcance de la derrota, sin intentar paliar que han sido una devastación en toda regla.

PD: Sobre el cisma abierto entre la disputa Carod-Puigcercós, tiempo habrá de comentarlo.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Esta madre de todas las batallas que usted vaticina en las elecciones autonómicas serà sí sobrevive ERC a las tensiones producidas por su doble alma imposible de conjugar: furibundos independentistas en posiciones maximalistas y pragmaticos posibilistas.

Es lo que tiene "tocar pelo", que luego no te acostumbras a bajarte del coche oficial y a que los mossos no se te cuadren a tu paso.

Bernardo dijo...

No se deprima, amigo Baba, que mucho peor lo han tenido los de Ciutadans -perdón, Ciudadanos-.

27.000 votantes en toda Catalunya, entre los que hay que contar a los candidatos, sus familias al completo, sus muchos acreedores -que esperaban que consiguieran algo para intentar cobrar- y los que se equivocaron de papeleta.

Visto así, lo de Esquerrra parecería hasta un éxito.

Baba O'Riley dijo...

Miquel, seguramente algo de razón lleve, aunque reconducir la situación desde la oposición pura y dura seguramente sería la única para ubicarse en su justa realidad. Mandar sin mandar y llevarse las hostias no parece un buen negocio.
Bernardo, ¿que haría yo sin usted?