20 de julio de 2007

C'est le tour


Que la épica del ciclismo es un estimulo para estar enganchado a la pantalla durante las soporíferas tardes de julio, es un hecho relativamente contrastado. Si no, sería difícilmente explicable un espectáculo en el cual podemos ver durante horas un castigo físico que parece arduamente asimilable.

Y “Le Tour” siempre ha sido la mayor y mejor representación de toda esa mística que constantemente ha rodeado al sufrimiento encima de una bici. Esas gloriosas jornadas alpinas y pirenaicas donde disfrutábamos de cada pedalada efectuada por Perico, Indurain, Fignon y sobretodo por la elegancia y la potencia del mejor ciclista de todos los tiempos: Lance Armstrong.

Sin embargo, tras la desaparición de todas esas leyendas parecía que la ronda gala iba a quedar depauperada y con el interés bajo mínimos preocupantes. A pesar de todo, observando los primeros compases de la carrera, atendiendo con la disposición adecuada las estribaciones alpinas, una cosa ha quedado constatada, y es la verificación de que al no haber una figura destacada y predominante, la lucha es mucho más igualada y eso le da un marchamo de incertidumbre que engancha. Aunque no podemos pasar por alto que el desinterés popular nace de esa ligera medianía en el grueso del pelotón y se evidencia a diario con el reflejo de las audiencias.

Atendiendo al puro aspecto competitivo, sorprenden Mayo, Contador y Valverde y el danés pese a su mediocridad en las cronos está aguantando muy bien el tipo. Aun así, mi apuesta personal, tras el hundimiento de Vinokourov, se centraría en Andreas Kloden y sobretodo en Levi Leipheimer, que me parecen dos de los ciclistas más completos hoy en día.

En fin, la carretera dictará sentencia, pero si el que llegue de amarillo a los campos elíseos es alguien que no haya mencionado, no dejará de ser una considerable sorpresa.

1 comentario:

Tanhäuser dijo...

Hoy la etapa reina de los Pirineos. No se olvide.